La verdad es que estuve un rato intentando buscar fotos de cuándo eran mucho más pequeños, y ya les gustaba la cocina. Pero como tengo varios discos duros con copias me he hecho un lío. Baste decir que nos apasiona cocinar, y eso no es cualquier cosa.
Para nosotras la cocina es un lugar de encuentro, de calma, de compartir, y de saborear la vida.
Si queremos pillarlo por el lado de los aprendizajes invisibles, esos que ocurren sin saberlo, la cocina es uno de los lugares estrella. No solo se aprende a medir, pesar, calcular, leer una receta, combinar, hacer experimentos, usar todos los sentidos, sino que allí hay que esperar turnos, limpiar, compartir, estar atentos ante algo hirviendo, poner música, y a veces incluso hacer el gamberro un poco, jajaja.
Hay días que a la cocina llegan mentes muy organizadas....
Otros días, personitas muy artísticas...
Esta temporada tenemos dos novedades que les están dando mucho juego. La máquina de la pasta fresca, gentileza de las tías-mis hermanas, y la decisión de Hadri y Lidia de que un día a la semana, quieren cocinar ellos solos (solo me dejan entrar a sacar alguna foto escaqueada) "porque así ese día comemos a una hora prudente" (ay que ver que jeta tienen, jajaja).
El primer menú de esta nueva modalidad de "cocinando a nuestra bola" no ha sido nada fácil, nada menos que una deliciosa lasaña... se metieron en un buen fregao, jejeje.
Pero tengo que decir, que preguntando y preguntando, supieron salir del embolao, eso sí, "que la próxima vez aunque en el paquete ponga precocida, coceremos las placas de pasta antes, y echaremos menos harina a la bechamel, que nos ha quedado muy espesa....". Lo dicho, la cocina y el ensayo-error, son todo puro aprendizaje.
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