No es que esto les quitase ganas de chapuzar todo el rato, en las diversas piscinas, toboganes, tubos, y cubazos de agua que tiene el parque, pero está claro, que para los doceañeros, quedarse a dos centímetros de poder lanzarse por algo así, les puso de muy malamilk...
Aún así, estaban emocionados, nos preparamos para pasar el día, y la verdad es que disfrutamos todas, y mucho.
El agotamiento hacía mella en las peques, pero nuestra Nati, con su habitual glamour, se descansaba agarrada a la barra de pan, jajaja.
Hubo un momentazo divertidísimo, cuándo una peña de fútbol masculino que andaba de parranda, convenció a una de las monitoras de las piscinas, a que, a pesar de que no funcionaba, abriese la piscina de olas... nuestros chicos, viendo la divertida bulla que montaron, ni cortos ni perezosos, se lanzaron al medio y medio, con una guerra de agua por medio, y muchas risas.
El día terminó con una hermosa foto de familia para el recuerdo, y ya con los planes de "crecer a marchas forzadas", para volver a Cerceda, con el tamaño "sobrao", jajaja.
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