Castiñeiras on the rocks.

Ya es un clásico que cada verano pasemos unos días en la casa que nos ofrece la amiga Chus en Castiñeiras (al lado de Riveira). Allí nos vemos con los amigos de Madrid y Córdoba y pasamos unos días dónde solo importa la playa, y descansar (aunque este año, con tanta tropa, el descanso fué menos, jeje). Nos llevamos a Yassira y a Manu, que enseguida se acoplaron al ritmo playero y veraniego.

Molan los desayunos relajados, dónde empezaban bajando dos...

Luego otros tantos...

Para acabar estando la panda al completo que no se querían perder ni medio minuto sin jugar y playear.

(aquí contaban con pelos y señales las trompadas que se metieron el día anterior, jugando a ponerse los sacos de dormir por la cabeza y apagar la luz...sin comentarios...).

La rutina hacía que después del desayuno no pasaba ni medio minuto sin que se pusieran el bañador, y a la playa, que está cruzando la calle. La playa de Castiñeiras no tiene apenas olas, pero está llena de rocas, que cuándo sube la marea hace las delicias de la panda, ellos lo destacaron como "lo mejor" de los días que estuvimos, el tirarse al mar desde las rocas.

Solo salían del agua, para el avituallamiento (a las madres, que hacíamos un desayuno tardío, casi se nos juntaba recoger el desayuno con empezar a hacer de comer, jejeje)

Eso sí, a veces contábamos con colaboradoras de lujo!

Solo un día nos falló el sol, y aprovechamos para volver a visitar el Castro Celta de Baroña, un enclave espectacular, que hace las delicias de todos.

Alguna noche, también hubo juegos en la playa, mientras compartíamos unas cañitas con nuestra anfitriona de lujo en Palmeira. Y nuestro Ger, que está más alto que una torre, pero que sigue teniendo ese encanto personal que se lleva a los peques de calle (no sé como lo hace, pero le siguen todos dónde quiera que vaya, jajaja).

La verdad es que para lass que andamos con lo puesto, que nos ofrezcan oportunidades así, de verdadero lujo, con risas, buen humor y mimos y cuidados, no puede quedar un un simple agradecimiento, sino en un profundo reconocimiento personal y así lo enviamos.