jueves, 7 de octubre de 2010

¿Somos anti-escuela? Carnaval de blogs.

Hacía tiempo que no participaba en el Carnaval, no doy para más. Pero esta vez, por petición de Lauchis, he robado cinco minutos a una reflexión rápida (y no muy profunda, porque hay mucho más...).

"No me veo llegando a nuestro proceso de planteamiento de la educación en casa, como verdaderamente “anti-escuela”.

En nuestro caso, la educación en casa surgió como una necesidad ante el caos vital de una vida de locos. Intentar mantener el trabajo, los horarios, y tres niños menores de cinco años en aquel momento, era una locura colectiva, y los niños se resentían terriblemente.

Pero desde que tomamos esa decisión y hemos estado “des-escolarizándonos” todos juntos, la visión de todo esto ha cambiado mucho. Hemos tenido vueltas de tuerca importantes, avances en el pensamiento y en los sentimientos, personas con las que hemos compartido mucho. Y aunque no puedo decir que desde el punto de vista de representante de la Asociación para la Libre Educación, me guste promover un discurso anti-escuela, y de hecho no lo hago, puedo afirmar que personalmente si lo soy.

Lo soy desde que me doy cuenta que la escuela no es una necesidad de los niños, sino de los padres y de la sociedad en general. Lo soy desde que vivo día a día la experiencia “casi religiosa” de convivencia con mis hijos y verles como llegan a absolutamente cualquier cuestión que en la escuela se les programa, ellos solos, y con una emoción e intensidad, porque han sido respetados y se les ha acompañado en ese proceso, sin forzarles, absolutamente pasmosa. Quizá esto lo digo porque después de una gran presión externa, de grandes dudas personales, etc, mi hijo mayor, ahora con ocho años recién cumplidos, es cuándo se ha sentido preparado para enfrentarse a la lectura, él solo, y lo hace con un gusto, que a mí, particularmente, me arranca las lágrimas.

Lo soy porque veo que pasan las horas, los días, los años, como los he pasado yo, en un estado de absoluta pasividad ante todo, porque no fuimos artífices de nuestros propios procesos, y porque así nos deja la escuela... esperando que llegue alguien que nos diga exactamente lo que tenemos que hacer.

Lo soy porque todavía tres años después, alejados de centros escolares, se me ha encogido el corazón, y se me ha puesto la piel de gallina, cuándo este año nos ha coincidido ver una entrada de cole de infantil, y se repetían escenas dantescas que nosotros vivimos en nuestras carnes, niños tirados en el suelo, agarrados a las piernas de sus padres, a gritos pidiéndoles que no querían ir, y todavía estamos tan ciegos que seguimos cediendo, “por su bien”.

Lo soy, porque a mí la escuela me ha hecho mucho daño, daños colaterales que ni siquiera soy consciente de todos ellos. Pertenecer a la masa gris, a esa que nunca destaca, era la virtud. Qué niña tan buena...

Y lo soy porque la escuela no solo me ha dañado a mí, sino que ha dañado a mis hijos, y eso si que nunca se lo perdonaré. La escuela cuenta con una gran arma, y muy poderosa, la tierna edad de nuestros hijos, tan impresionables, tan sensibles, tan abiertos al aprendizaje, y cuenta con una segunda arma, todavía más poderosa. Nuestra connivencia. Ante eso, ningún hijo del mundo puede revelarse. Si agrado a mamá y a papá, soy feliz, porque ellos están felices conmigo.

La gran mayoría de personas, consideran la escuela como el gran logro social por excelencia. Pero yo solo pido una pequeña reflexión, antes de llevar a un niño a ella, sin más. Cuándo a los que lo hemos hecho, se nos pregunta :”¿Porqué des-escolarizamos?”, que esa gran mayoría que hace todo por inercia, se pare cinco minutos y se pregunte: “Y yo, ¿porqué escolarizo?”. Más de uno, si la reflexión es profunda y sincera, se habría de llevar una sorpresa."



6 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo me niego a responder de modo rotundo. No soy anti escuela pero tampoco pro escuela. No es una respuesta de medias tintas sino desde un relativismo radical, creo que DEPENDE de qué escuela hablamos, para quienes y desde donde.
Sigo creyendo que es un proyecto posible, pero no así como se plantea la escuela triunfante.

MartaSada dijo...

Claro, es una respuesta que ofrece muchos matices, en mi caso lo siento como delegar un bien tan preciado, como es el proceso de aprendizaje de mis hijos, en una entidad, la escuela, que no se preocupa por ellos "integralmente" sino por una parte solo de ese proceso, que es la académica, y que se puede adquirir perfectamente en otros lugares mucho más "amables". Un saludo, y gracias por comentar!!

lalit dijo...

Hola Marta, leí este post la semana pasada y veo que pasan los días y aún pienso en lo que dices. El texto es muy bonito, sincero y emocionante. Y creo además que das en el clavo al suggerir que la pregunta adecuada sería ¿Yo, porqué escolarizo? Eso te hace ver la cuestión de una forma totalmente distinta! Ya sabes que mi niña sí va a la escuela, aunque yo nunca dejo de preocuparme por el proceso que está en marcha, siempre atenta a no perderme alguna señal que pueda indicarme un cambio de rumbo. Me encanta leer tu blog, vuestras actividades cangrejas pero, sobretodo, tus sabias reflexiones! Gracias por todo!!! Abrazos desde el otro mar, jeje

MartaSada dijo...

lalit,corazón, mi máxima en todo esto es el respeto escrupulosos a todas las opciones. porque me he encontrado a mí misma haciendo daño sin querer cuándo me expreso libremente. por eso me gusta distinguir cuándo estoy hablando de una opción más, y cuándo estoy hablando de mis propios sentimientos y de lo que a mí y a mi familia nos ha dañado la escuela.
Esta genial cuestionarse, pero cuestionarselo todo, es decir, tanto una opción como la otra, y yo lo hago, no creas que no, lo hago constantemente, y si en algún momento viera que a mis hijos también les está haciendo daño la opción que he escogido para ellos, seria la primera que cambiaría de rumbo. Eso es de sabios, no el empecinarse (me gusta la palabreja porque me la llaman en los informes policiales, jajaja, se nota en la madre un cierto "empecinamiento" hacia la no escolarización, jajaja, ay que joderse, jajaja).
Cuándo digo que hago daño con mis ideas a veces y sin proponermelo, también digo que un adulto que mantiene que estar 24 horas al día con su propio hijo es una locura, también me hace daño a mí, por solidaridad con ese pequeño, y porque creo que esto, que nos lo hacen creer con intenciones muy claras, hacen que en general no estemos muy bien del coco...no?. Mamiferos que no queremos estar con nuestras propias crías....estamos locos de remate!! un beso, guapa!!

lalit dijo...

Hola Marta! El torbellino de la vida me arrastra tan rápido que justo hoy acabo de recordar que dejé comentario en este post y quizá había una respuesta. Una vez más, estoy totalmente de acuerdo contigo! A mi nunca me han hecho daño tus palabras, al contrario, han sido y son una inspiración y un reto constante. Me encanta sonreír y emocionarme con vosotros cuando abro el blog. Abrazos otoñales (es decir cálidos y melancólicos, color amarillo y naranja) :-)

Ana P. dijo...

Marta, me gusta cuando dices que la escuela no es una necesidad de los niños sino de los padres y de la sociedad.
Creo que el principal "aprendizaje" que me dejó la escuela fue la complacencia: aprendí a identificar perfectamente lo que se esperaba de mí y a hacerlo, para tener a todos contentos y ganarme su aprobación.
Definitivamente no es lo que quiero para mis hijos.