domingo, 12 de enero de 2014

Dadme otras madres, y os daré otros mundos...

Esta frase define muy de cerca lo que pretendemos en casa, con el tema de la maternidad, o de la sexualidad femenina. Afortunadamente, no queremos repetir patrones dónde se llegue a los treinta y pico sin haber oído nunca hablar en serio del útero, de la placenta, de la oxitocina, de la lactancia materna a demanda, del colecho, o del parto humano y mamífero. Para ello, hacemos esfuerzos, primero en casa, para hablar y sentir estos temas de cerca, y después con pequeños deliciosos talleres como el que nos ofrecen desde El Parto es Nuestro, Descubriendo la Maternidad.

Aunque ya lo habíamos hecho en otras ocasiones, y sabíamos lo que ofrecían, lo que más entusiasma en general, es la parte final, dónde se juega a ser madres/padres/embarazada/parturienta/matrona/acompañante, etc. Ni que decir tiene que siempre me sorprenden los niños, porque al final, hasta el más tímido se atreve... Lidia y Elisa, de embarazada y acompañante, respectivamente, no tienen desperdicio, se parten de risa...



Todo comienza con explicaciones en diapositivas, con posturas de parto incluidas, luego un cuento, incluso hay una parte en la que los niños pintan lo que les sugiere el tema. Lidia se fijó en un detalle que contaron sobre la capacidad del feto intrauterino de oír sonidos del exterior, y pintó un precioso feto rodeado de notas musicales.




En el primer juego, Lidia ejerció de matrona, y estuvo solícita a lo que le pedía la parturienta, jeje. Solo ahí para ayudar, no para intervenir innecesariamente.





En el segundo juego, Lidia era la glamurosa embarazada, jaja, y con su pareja, Ekaitz, decidieron que en el parto estuviese Elisa de acompañante, así que en todos los momentos previos de dilatación, contracciones, y movimientos para el nacimiento, Lidia tuvo una compañera muy marchosa que le dió mucha caña para risas de todos.




Llegó el precioso momento del expulsivo y el nacimiento y ya el padre echó una mano, para después ayudar también con el alumbramiento de la placenta, y el corte del cordón umbilical, cuándo deja de latir. Enseguida se puso al bebé a la teta y piel con piel, para preservar su carlocito corporal...




Todos sabemos que el nacimiento no es un juego. De un nacimiento esperado, amoroso, respetado, íntimo y relajado, a uno intervenido, manipulado, alienado y manoseado, va un abismo, tanto para la madre como para el bebé. Por eso nos parece tan importante tomar parte en estas iniciativas, que poco a poco se tome conciencia y desde tempranas edades de que hablamos del placer de la vida, en estado puro.

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