martes, 10 de agosto de 2010
Días mariñeiros.
Fuimos a visitar la "Feria Mariñeira" de Sada, que es como una medieval, pero con motivos del mar. Paseamos, vimos artesanía, acompañamos a nuestra amiga jabonera, y conocimos a Fini, en el puesto de al lado.
Fini es artesana, hace unos pendientes imposibles (aluminio machacado con enganches de plata), preciosos en sus diseños y tan ligeros que tienes que tocarte la oreja continuamente para comprobar que siguen ahí, jeje. Hace unos colgantes, de malla medieval con más diseños, que todos flipamos con lo bonito que es. Y allá dónde va, lleva su yunque, para enseñar "cómo" lo hace. Pero además de todo esto, Fini tiene una niña, que nació en el mismo mes y año que Elisa, y tampoco ha ido nunca al cole, ni tiene pensado hacerlo.
Con todo esto, hicimos muy buenas migas, y a mis chicos les salió del alma invitarlas a pasar un par de noches con nosotros, para que descansaran de tantas noches de furgoneta. Estuvimos encantados de tenerles en casa, porque Fini, además de todo lo anterior, es una estupenda acróbata (tiene una bicicleta de circo, con una sola rueda, que flipó a Hadrián), toca la flauta travesera (que flipó a Lidia) y es una mujer valiente, decidida, que estando sola con la crianza de su hija, ha restaurado una casa en un pueblo abandonado de Teruel, dónde tienen su hogar. Nos queda ese sabor del recuerdo de estos días de furgoneta compartida, de sus perros, y de su calidez humana.
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