Ya lo hemos contado en muchas
ocasiones, en los meses de verano se concentran casi todas las
visitas de los amigos, y no damos a basto. A poco que queramos hacer,
la agenda empieza a hechar humo desde el puro principio. A esto, hay
que añadir un par de viajes que, a pesar de que tenemos graves
dificultades económicas, hubo quienes sintieron que nuestra
presencia era imprescindible y lo organizaron para que pudiésemos
ir. De corazón agradecemos esta iniciativa, a los que van dedicadas
estas palabras, ya sabéis quienes sois.
Nuestros amigos del hermanamiento
berciano-galaico estuvieron de “aperitivo veraniego” ya que se
vendrán más días en Agosto, y como siempre fué un placer
compartir con ellos, risas, cervecitas y playuqui. Ay... parece que
fué ayer que compartíamos barrrigas, jeje, y ya tenemos una panda
del 15, como crecen!!
Y por fín, ¡nos quitaron la
escayola!. Después de esas larguísimas 7 semanas inmovilizado, casi
no se lo creía. El brazo se quedó en un principio un poco atrofiado
y amorfo, pero es lo normal. Le dieron 15 días de descanso y de
movilidad “natural”, para después tener unas sesiones de
fisioterapia para tonificar todo y recuperar el máximo de
flexibilidad.
Ese principio de mes trajo además una
velada “histórica” con los colores rojo y amarillo... y no
precisamente por colorearnos la cara, jeje. Estuvo genial compartirlo
con nuestra familia vecina, ¡una cena “para no olvidar”!. (lo de subir la mano y gritar gol, se queda corto, aquí se subieron mucho más que manos al sofá, jejeje).
El verano, como dicen por ahí, es para
las bicicletas, para el aire libre y para poco sofá y recogimiento,
pero aún así, nos dió para reflexionar largamente sobre la forma
que tienen los niños de relacionar la información que les va
llegando de forma casual. El momentazo se produjo a raíz de una
película que vimos juntos, y con la que fueron capaces de conectar
hasta otras cuatro películas cuyo argumento tenía algo que ver con
la que veíamos. ¡No dejo de alucinar con esto, la verdad!
Y para terminar la temporada de
actividades en grupo y talleres varios, volvimos a la Biblioteca del
Castrillón para divertirnos con un enorme mural de pintura de
dedos... algunos ya no están para estas “vainas” y se fueron
directamente a la cancha, pero otras, se quedaron y disfrutaron
mucho.
Como de talleres se trate, Elisa quiso
ofrecernos uno de “chuches” en casa. Toda dispuesta y teniendo
como “pinche de cocina” a su hermana, se curraron sendas
gominolas de gelatina, que les dieron mucho juego. Como colofón, la
“jefa de cocina” quería hacer un pisto, pero con el teatro que
montó Lidia con las “verduras que estaban a punto de ser
sacrificadas en la guillotina”.....casi me quedo sin hacerlo,
jejeje.
Y ya nos tocó prepararnos para hacer
el primero de los viajes. Todos los que nos conocéis, sabéis que
formamos parte del grupo de personas que inició hace un par de años
el proyecto de la “aldea virtual”, Crecer en Libertad
(www.crecerenlibertad.org,
CEL). Es un proyecto precioso, en el que nos vemos muy identificados,
en el que compartimos el día a día, los pensamientos, las noticias,
y la línea de defensa de los derechos de la infancia, tan pisoteados
habitualmente. Pues bien, tocaba abrazar, “olisquear” y conocer a
muchas de las familias que se han sumado a este proyecto y con las
que compartimos tanto. Y esto se dió en el marco imcomparable del
proyecto personal de una de estas familias, en el puro Pirineo.
Tuvimos la suerte de que otra de las
familias que asistían, nos invitó a pasar un par de noches en su
casa, en el Moncayo aragonés, para que la paliza de coche no fuese
tanta. Estuvo precioso, compartir este tiempo allí. Los niños
estuvieron felices, fuimos obsequiados con la hospitalidd maña, e
hicimos una excursión a un lago a los pies del Moncayo. El camino se
hizo mucho más llevadero de esta forma.
Ya en el lugar de destino, no tengo más
que palabras que se quedan cortas a la intensidad de lo vivido,
porque eran muchas las ganas de conocerse, y no llegaba el tiempo a
nada. Hubo muchas risas, mucha charla de la buena, pandas cazalleras
de últimas horas, pandas croqueteras, jejeje, música, títeres,
pompas gigantes, risas, paseos al río, ¿qué más podemos pedir?.
Ah, sí, que se repita, claro, jejeje.
De vuelta en la rutina, hemos empezado
la fisioterapia en Betanzos, con lo que al salir, siempre quieren ir
al parque del pasatiempo. Allí tuvimos que emplearnos a fondo para
rescatar una golondrina caída en el agua, a la que el cisne quería
atacar...
Otros días, en vez de al parque,
tiramos para la playa de Moruxo, que siempre está el agua calentita.
La arena está llena de conchas, y Hadri me trajo un puñado para que
se las guardase en la mochila. Como estaban llenas de arena, le pedí
que las lavase, y después me gritó desde lejos, que ya lo había
hecho y que me dejaba unas cuántas mariposas en la toalla, jejeje,
ellos, son así!.
Y cuándo no vamos ni a un sitio ni al
otro, se monta la guerra de agua, en la propia puerta de casa... “non
hai sentidiño ninjún, oh!”, jajaja...
Otra familia del Sur, nos llamó para
conocernos y allá que nos fuimos a compartir el día con ellos a
nuestro querido parque de la Torre de Hércules. Siempre es un
entorno priviligiado para relajarse un rato. Estuvo un día muy
divertido, y hemos repetido una semana después compartiendo otra
jornada de camping en las fragas del Eume. Os lo cuento al final.
Porque mientras, surgió otro
miniencuentro de CEL, pero esta vez, en Ribeira. De nuevo, todo se
puso en marcha para que fuéramos, si o sí, y allá que nos
aventuramos. Fueron unos días preciosos, de nuevo de largas charlas
hasta las tantas, de paseos, de playa a pié de casa, de chiringuito,
y de esa hospitalidad gallega que “non cabe no peito”. Gracias,
Chus! (las fotos son de la preciosa playa de Castiñeiras, y las del
barco en la de Palmeira).
Y el mes termina en la piscina del
camping de las Fragas del Eume, compartiendo día estupendo con la
familia andaluza, y con nuestros chicos (los mayores), “ligoteando”
con unas preciosas niñas extranjeras, ¿pero esto que eeeeees?....
la vida, en estado puro, jajaja...
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