domingo, 9 de noviembre de 2014

Cuspidiñas...

Dicen algunos de los últimos estudios que hemos estado viendo, que la genética no es tan determinante en el desarrollo de la vida humana, y que muchas veces es más determinante el entorno... Por supuesto, eso nos da más libertad y nos quita mucho de determinismo. Pero hay cuestiones (y aquí dejo claro que estoy medio de choteo) que no se pueden cambiar, y la genética, manda, jajaja.
Quien me conoce, sabe de toda mi trayectoria con los animales, desde bien pequeña... cuándo iba por ahí con mis padres, y aparecía en mi campo de visión un animal abandonado o lastimado, empezaban a sudar. Y hacían bien, porque en el piso coruñés dónde me crié, desfilaron de todo, palomas, perros, gatos, y hasta, como en el caso que nos ocupa... gaviotas.

Así, que cuando aquella tarde, al volver a casa, vimos en la calle a un hermoso ejemplar de ave marina, con el ala colgando, y les ví a los tres, ir a mirarla, acercarse, y sufrir, ya me temí lo peor...



Y sí, como podéis suponer, tuve que buscar una sábana vieja (las gaviotas en general, si quieres cogerlas, tienes que envolverlas, porque pegan unos picotazos, que paqué...), una caja, y el animal acabó en mi cocina...

Con el mogollón encima (qué hacemos?, como lo organizamos?, hay que darle de comer, yo que sé, etc) tuvimos una idea brillante. Llamar al que sabe. Y en este caso tenemos la gran suerte de que en el ayuntamiento de al lado, está el Centro de Recuperación de Fauna Salvaje, y llamarles fué un alivio.

En un rato, se acercarían a buscarla, y se la llevarían para curarla.

Ahí empezó la agonía número dos... ¿estará bien?, ¿se curará?, ¿podemos ir a verla?... así que no quedó más remedio que organizar una visita, a este centro. Primero un día que estaba cerrado, y después previa cita telefónica...




Allí nos aseguraron que el animal estaba bien, y era recuperable, el ala, solo dislocada, se había recolocado, y ahora le esperaba un mes y medio de recuperación, antes de la suelta.

La visita, fué una gozada, os digo en serio, que para mí, no hay mejores compañeros de viaje que los niños, jejeje, a cada puerta que se abría para enseñarnos un animal, se oían gritos de emoción, que por supuesto, eran totalmente contagiosos.


Mención aparte merece el cuidador del centro, que además de ser superamable, nos dejó bien claro que le encanta que los niños se acerquen a la fauna salvaje, porque no se suele tener oportunidad de ver a estos animales habitualmente (quitando las aves marinas, y las rapiñas, claro) y eso les hace conocer y acercarse a la vida en la naturaleza.

Así, pudimos ver y conocer, al CHOTACABRAS,




Otras pequeñas aves, como una paloma salvaje, (aquí llamada "rula") recuperándose en una sala antes del quirófano.



Pudimos ver una preciosa LECHUZA, (aquí llamada "coruxa"), que se recuperaba en las jaulas de post-operatorio.




Y ya nos fuimos acercando al exterior, dónde tienen lugares habilitados para la recuperación al aire libre, una vez los animales ya están con fuerza para esa fase. Allí fuimos a darles de comer a varios CORMORANES, (aquí llamados, "corvas"), y a un ALCATRAZ.  Jeje, el propio cuidador le tiene mucho respeto a estas grandes aves marinas, porque suelen ser poco amistosas, la vida en alta mar, jajaja, es lo que tiene.




En otra estancia, varios HALCONES,  (aquí llamados "rapiñas") de varios tamaños, ya planean y se hacen unos cuántos vuelos, preparándose para la suelta.




En estancias más pequeñas, otras lechuzas, dormían plácidamente, esperando la noche, jeje.



En otra estancia al lado, pudimos ver el precioso plumaje de un CERNÍCALO, chulísimo.(el segundo empezando por la derecha, con la mitad del plumaje, negro)


Y después, sí, fuimos a ver a LOLO (nombre con que bautizaron a nuestra gaviota protagonista) y claro, ya hubo un buen debate sobre quién era LOLO porque había varias gaviotas por allí, de similares características, patiamarillas....



Evidentemente, detrás de cada animal hay una larga historia... como y dónde se lastimó, quién lo encontró, como lo trató y como llegó al Centro. Una de esas historias que nos tocó el corazón, fué el de una CIGÜEÑA, que una vez que se meten volando, en la espiral de las corrientes de aire de la central térmica de Meirama, no pueden posarse, y ahí planean hasta quedar exhaustas...


O la triste historia del PATO SILBÓN de Sudáfrica, que tuvo la "mala pata" nunca mejor dicho, de meterse en un barco, allí, tan lejos, y venir a parar aquí, dónde está absolutamente solo y sin posibilidad de estar con ningún congéner... (están mirando que lo adopte un zoo, que le pueda pedir otro especímen de su especie). Mientras, la verdad es que es un pato simpatiquísimo, y los cuidadores lo adoran y lo sacan de paseo por la finca, jaja.



Allí recalan también, animales que vienen del tráfico ilegal de especies, como los GALÁPAGOS, que la gente compra, y después abandona, nos sorprendió mucho el tamaño que llegan a alcanzar cuándo se les trata correctamente...




Y uno de los animales estrella, de ahora mismo, es un enorme BUITRE NEGRO, que está ya casi preparado para su suelta, aún no saben bien dónde, ya que no es un animal fácil de soltar en Galicia.




Otro vieja conocida de brañas y prados galaicos es la TORTUGA DE TIERRA, adorable animal, que también merece un bien cuidado.




La fantástica visita, terminó con un vistazo al pequeño criadero de ratones (la vida salvaje es así, depredadora), dónde tienen pequeños animales vivos para que en fase de recuperación, los otros animales, no se olviden de la caza...


Nos encantó el lugar, nos encantó el trato, y quedamos emplazados primero para la suelta de LOLO, y después para volver en primavera que parece que tendrán más variedad, debido a la caída de crías de los nidos, etc. La vida salvaje merece todas las oportunidades, y todo el mimo y cuidado.

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